LA GRACIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEA CON TODOS VOSOTROS.

AMEN.


BENDICIONES!!!

jueves, 1 de septiembre de 2011

QUE HACER CUANDO USTED ESTA MENTALMENTE AFECTADO 1















QUE HACER CUANDO USTED ESTA MENTALMENTE AFECTADO 1

7 Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.
2 Timoteo 1:7 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

10 Así que no temas, porque yo estoy contigo;
no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré;
te sostendré con mi diestra victoriosa.

Isaías 41:10 (Nueva Versión Internacional)

33 Porque a Dios no le gusta el desorden y el alboroto, sino la paz y el orden.
Como es costumbre en nuestras iglesias,

1 Corintios 14:33 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

16 y produce celos, peleas, problemas y todo tipo de maldad.
17 En cambio, los que tienen la sabiduría que viene de Dios, no hacen lo malo sino que buscan la paz, son obedientes y amables con los demás; se compadecen de los que sufren, y siempre hacen lo bueno. Tratan a todos de la misma manera, y son verdaderos cristianos.
18 A los que buscan la paz entre las personas, Dios los premiará con paz y justicia.

Santiago 3:16-18 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

6 Pues Dios dice en la Biblia:
“Yo he elegido
una piedra muy valiosa,
y la he puesto en Jerusalén,
para que sea la piedra
más importante de todas.
El que confíe en ella
jamás será engañado”.

1 Pedro 2:6 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

EL IDEAL DE DIOS PARA EL HOMBRE

El ideal de Dios para el hombre
Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios
(Mateo 5: 8).
EL SER HUMANO ES MALO, por lo tanto, necesita justicia. El hombre está manchado por el mal, luego necesita limpieza del pecado. La raza humana es impura por causa del pecado, necesita santidad. Sin estas características nunca podremos estar en la presencia de Dios. Por eso el Señor lo dijo claramente: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados» (Mat. 5: 6). «Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14). El ideal que Dios tiene para sus hijos lo constituye él mismo: «El blanco a alcanzarse es la piedad, la semejanza a Dios [...]. Tiene que alcanzar un objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, puro y noble» (La educación, p. 16).
Para ser salvos necesitamos una justicia que no tenemos, porque somos seres naturalmente manchados por el mal. Surge en nuestra mente una pregunta crucial: ¿Cómo podemos conseguir esta justicia? ¿Podremos obtenerla mediante nuestra fuerza de voluntad y nuestros esfuerzos personales? Estamos acostumbrados a pensar que muchas cosas las podemos conseguir con la fuerza de voluntad. Conocemos el dicho popular: «El que quiere, puede». O, dicho de otra manera: «Querer es poder». ¿Funciona esto en el mundo espiritual? ¿Podremos ser buenos si nos lo proponemos? Es en esta coyuntura que se nos confunden las ideas. Pensamos que hacer el bien es lo mismo que ser buenos. Que si logramos hacer cosas buenas, entonces seremos buenos. Sabemos que el buen ciudadano es aquel que se comporta civilmente bien. Si pagas tus impuestos y no le haces mal a nadie, eres bueno. Si vas a la iglesia y cumples con sus normas y reglamentos, eres bueno. Pensamos que la bondad se mide con acciones. Solo basta un momento de reflexión para darnos cuenta que hacer el bien no es lo mismo que ser buenos. Hay tantas personas que hacen cosas buenas, pero que están muy lejos de ser buenas. Podemos hacer el bien y tener motivos malos. El hacer no siempre corresponde al ser. El único que es bueno es Dios (Mat. 19: 17), porque en él, el ser y el hacer se corresponden absolutamente. ¿Podremos, nosotros seres humanos manchados por el mal, hacer lo bueno y ser buenos al mismo tiempo?
Que Dios te bendiga.

EL ORIGEN DE NUESTRA MALDAD

Desde el principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! (Juan 8: 44).
AL PENSAR QUE EL SER HUMANO es pecaminoso y está hundido en el mal, surge la pregunta: ¿Por qué esta maldad? Como estudiantes de la Biblia tenemos una mejor comprensión de este problema. De otro modo estaríamos en tinieblas, como lo están los que no la tienen.
Sabemos que en algún punto de la eternidad, ciertos ángeles se rebelaron contra Dios. Pero, ¿cómo es posible que los ángeles se rebelaran contra Dios, siendo, como eran, seres perfectos que habitaban en condiciones perfectas? No es fácil responder esta pregunta. Cuando se trata de explicar el origen del mal, se cae frecuentemente en ideas que lo justifican. Pero si queremos intentar una explicación, parecería que el mal tuvo su razón de ser en el libre albedrío con que Dios dotó a sus criaturas inteligentes. Este implica libertad para pensar y actuar. Y a ciertas criaturas de su universo, Dios decidió darles esa libertad. ¿Por qué razón? No sabemos, pero Dios decidió hacerlo. ¿Es Dios, entonces, responsable del origen del mal? No. Dios es responsable de crear seres libres, no pecadores ni rebeldes.
Pero esta libertad implicaba la responsabilidad de usarla en armonía con la voluntad de Dios. Y hubo quienes fallaron en esto y se rebelaron contra Dios. Estos ángeles no fueron dignos de haber recibido ese honor de tener libertad, ya que «no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada» (Judas 6).
En suma, estos seres angelicales se rebelaron contra Dios, abandonaron sus responsabilidades en el gobierno divino, y usaron la mentira como su estrategia. Como resultado, fueron expulsados de la presencia de Dios. Jesús dijo del líder de la rebelión: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo» (Luc. 10: 18). Ese es el informe de la revelación divina. Más de eso, tal vez no estamos en posición de entender. Pero nos enseña que la libertad requiere responsabilidad; y si no la tenemos, no se puede vivir en la presencia de Dios.
Que Dios te bendiga

LAS MALDICIONES GENERACIONALES 17

3- LAS MALDICIONES GENERACIONALES.

Pasemos ahora a tratar, la relación directa, que estas prácticas tienen con las maldiciones generacionales y que afectan a familias enteras, como también a individuos que sinceramente buscan hacer la voluntad de Dios.

A cuantos cristianos sinceros conocemos que asisten regularmente a la iglesia y se esfuerzan con todo su corazón por vivir en santidad… y sin embargo sus esfuerzos parecen condenados al fracaso, vez tras vez. Nada parece salirles bien.

O por ejemplo, escuchar algo como esto: “mi vida marchaba muy bien hasta que acepté a Jesucristo… ¡luego todo lo malo que podía pasarme, me pasó!”.

Sí, es cierto, puede estarle pasando a usted hoy. Múchos no pueden comprender que es lo que está pasando.

También están los cristianos que batallan año tras año con toda clase de enfermedades y accidentes catastróficos.

Familias atormentadas por problemas tales como enfermedades mentales, suicidios, alcoholismo, enfermades físicas, divorcios, incestos y pobreza.



Esto afecta tanto a personas como también a iglesias, que batallan por años, no pueden crecer o se dividen constantemente y hasta algunas … se cierran!!

Todo esto se debe a maldiciones que por ignorancia no han sido quebrantadas.

Definición: maldición, es una imprecación que se dirige contra una persona o cosa, manifestando enojo y aversión hacia ella, y muy particularmente con el deseo de que le venga algún daño.

Maldecir: hechar maldiciones sobre una persona.

El propósito es causarle mal y ruina y ha veces hasta la muerte.

La ignorancia no es una bendición: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conomiento”. Oséas 4:6

La palabra “maldición”, en sus diversas formas, se encuentra mas de 230 veces en la Biblia. En hebreo hay seis palabras diferentes y en griego hay tres palabras distintas que se traducen como “maldición”. Dando a conocer diversos aspectos de la maldición. Sin duda que cualquier tema de la Biblia que tenga un énfasis tan extenso merece nuestra atención.

Además, es obvio, que en muchas personas escacean las bendiciones de Dios en sus vidas, como explicábamos anteriormente.

La ausencia de la bendición de Dios es prueba de una maldición. Somos malditos o bendecidos: no hay términos medios.

Debemos determinar el “si” y el “por qué” estamos bajo una maldición y estar seguros de lo que debemos hacer para echar atrás esa condición.

DIOS, EN NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, NOS HA DADO GRANDES PROVISIONES PARA PASAR DE LA MALDICION A LA BENDICION.

A) CARACTERISTICAS:

1- Son reales: La Biblia afirma su realidad cuando Dios mismo dice que El: “…visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Exodo 34:7

Y como los israelitas veían que estas maldiciones pasaban a sus desdendientes, inventaron este dicho: “… Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera”. Ezequiel 18:2

En otras palabras, los hijos sufrían por los pecados de sus padres. Las maldiciones generacionales impuestas por Dios, eran verdaderas. Hay muchos relatos bíblicos que nos muestran la realidad de las maldiciones y no podríamos detenernos en todos.

2- Maldiciones generacionales:

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, PARA QUE VIVAS TU Y TU DESCENDENCIA”. Dt. 30:19

Cuando el hombre escoge andar en obediencia con Dios, se le aseguran las bendiciones de Dios sobre su vida; y estas bendiciones pasarán a sus hijos y a los hijos. No así, cuando el hombre elige ignorar los mandamientos de Dios, o en forma abierta se rebela contra las leyes de Dios, será maldito al igual que su descendencia.

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que este arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que VISITO LA MALDAD DE LOS PADRES SOBRE LOS HIJOS HASTA LA TERCERA Y CUARTA GENERACION DE LOS QUE ME ABORRECEN, Y HAGO MISERICORDIA A MILLARES, A LOS QUE ME AMAN Y GUARDAN MIS MANDAMIENTOS”. Exodo 20:4-6

Dios se comunicó en el Sinaí y le dio los diez mandamientos. En ellos, Dios prohibió la idolatría bajo la pena de una maldición que iba a pasar hasta la “… tercera y cuarta generación”, (Ex. 34:7). Supongamos que un hombre comete el pecado de idolatría (que incluye lo oculto). Además, supongamos también, que él y cada uno de sus descendientes por cuatro generaciones tienen tres hijos cada uno. Esto eleva la cantidad hasta cuarenta descendientes que estarán bajo la maldición puesta por la iniquidad de un antecesor.

Si regresamos al árbol genealógico, cada uno de nosotros tiene dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos y dieciseis tatarabuelos – es decir, un total de treinta antepasados de los cuales posiblemente, se derivan las maldiciones. Al buscar la causa de las maldiciones con esta luz, es fácil ver que una persona puede perfectamente sufrir toda clase de maldiciones debido a pecados de sus antecesores.

La Santa Biblia en la segunda parte del capítulo 28 de Deuteronomio, enumera varios efectos comunes como consecuencias de las maldiciones, que por otra parte, siempre están ligados a la desobediencia, ellos son:

1- Pobreza o insuficiencia financiera completa.

2- Esterilidad e impotencia, así como abortos y otras complicaciones en el área de la reproducción.

3- Fracasos en planes y proyectos.

4- Enfermades y dolencias, sobre todo afecciones crónicas y hereditarias.

5- Muertes prematuras y muertes por causas no naturales.

6- Vidas con traumas, siempre se va de una crisis a otra.

7- Quebrantos mentales y emocionales.

8- Ruptura de las relaciones familiares e inclusive divorcios.

9- Obstáculos espirituales para oír la voz de Dios, percibir la presencia del Señor, comprender la Biblia, concentrarse en la oración y la ausencia de dones espirituales.

Ya dijimos anteriormente, acerca del dícho que los judíos habían inventado. Sin embargo, Dios declaró que llegaría el tiempo cuando este dícho iba a dejar de ser apropiado. Su pueblo iba a entrar bajo un “pacto nuevo”. Dios mismo escribiría su ley en “sus corazones”, y todo hombre sería directamente responsable de sus propios pecados, (Jer. 31:29-33). Este nuevo pacto es la gracia provista por nuestro Señor Jesucristo, cuando vertió su sangre preciosa a favor de la humanidad.

La gracia no significa que una maldición ya no vuelve a pasar a las generaciones siguientes. Significa que por medio de la muerte redentora de Jesús, Dios ha provisto un remedio para la maldición.

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado de un madero)”. Gál. 3:13. Cualquier persona que tenga evidencias de maldicones generacionales que obren en su vida. Debe apropiarse de las provisiones de la cruz. Debe confesar sus propios pecados y los pecados (conocidos y desconocidos) de sus progenitores y antepasados. Los efectos de las maldicones no son otra cosa que parte de las obras del diablo que Jesús vino a destruir, (1 Juan 3:8). Los demonios han perpetuado maldiciones que ahora se pueden echar fuera y cancelar. ¡Se les debe ordenar salir en el Nombre de Jesús!

SE REQUIERE JUSTICIA

Se requiere justicia
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Solo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos (Salmo 24: 3, 4).
AMANERA DE REPASO LE DIRÉ que el primer fundamento sobre el que se basa el evangelio es lo que la Biblia dice y la experiencia humana confirma: somos inherentemente malos. Para enfatizar esto, la Biblia no solo nos dice lo que somos, sino que compara al hombre caído con seres irracionales. Este cuadro de corrupción moral es algo que a los seres humanos se nos dificulta aceptar, porque el pecado oscurece nuestra comprensión propia. Negar nuestra condición neutraliza el poder del evangelio en la vida humana, ya que el evangelio son las buenas nuevas de salvación del mal; y si no somos malos, entonces no hay buenas nuevas y no hay salvación.
El segundo fundamento sobre el que se basa el evangelio es que el ser humano necesita justicia. Este es un corolario del primero. Si somos pecadores, entonces no somos justos; si no somos justos, necesitamos justicia. Esto, a su vez, nos lleva a hacernos la pregunta: ¿Por qué necesitamos justicia? Para responder esta pregunta necesitamos pensar un poco.
La salvación que Dios nos ofrece en su evangelio es el regreso a nuestra condición original. Cuando Adán y Eva fueron creados, Dios los hizo perfectos y rectos. La Biblia dice que fueron creados a imagen de Dios (Gén. 1: 26). El Señor es recto y perfecto. Cuando creó el universo, lo hizo todo en armonía con lo que él es. Por eso nuestros primeros padres fueron hechos así. El universo era armónico porque todo era como Dios es. Cuando el pecado entró, se introdujo la desarmonía, que es rebelión contra Dios. Es el propósito del Creador terminar con esta desarmonía y traer todas las cosas a la norma que él mismo es. En esencia, la salvación significa conducir al ser humano a la armonía con su Creador. Implica que el ser humano, una vez salvado, debe ser como el Creador, es decir, ser recreado a la imagen de su Hacedor. Puesto que Dios es justo, la Biblia dice que para estar en su presencia debemos ser justos. Por eso es que necesitamos justicia.
Que Dios te bendiga

LOS PELIGROS DEL ERROR

Los peligros del error
Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién los estorbó para que dejaran de obedecer a la verdad? Tal instigación no puede venir de Dios, que es quien los ha llamado (Gálatas 5: 7-8).
LA IMPORTANCIA del mensaje de la justificación por la fe consiste en el hecho de que es la esencia del evangelio. Cualquier distorsión del evangelio conlleva una maldición. Del mismo modo, debemos ser cuidadosos con respecto al mensaje de la justificación por la fe, porque cualquier cosa que altere su esencia introduce una modificación en el evangelio, lo cual implica una maldición. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos en su formulación.
Así que, al describir la importancia de este mensaje, se encuentra primero con el hecho de que es la esencia del evangelio de Cristo; en eso radica su importancia fundamental. Pero también hay otros elementos que hacen resaltar su importancia.
Si no entendemos este mensaje, ponemos en peligro nuestro bienestar espiritual presente y futuro. Notemos estas palabras tan oportunas de Elena G. de White: «No hay uno en cien que entienda por sí mismo la verdad bíblica sobre este tema que es tan necesario para nuestro bienestar presente y eterno» (Mensajes selectos, t. 1, p. 422). Este mensaje es tan importante que está anclado al bienestar espiritual presente y eterno. Sugiere que si no lo entendemos correctamente, no tendremos salud espiritual en el presente. El éxito de la carrera cristiana tiene que ver con lo que llamamos salud espiritual. La vida cristiana está llena de riesgos y peligros por todas partes. La inferencia es que si no tenemos la salud espiritual necesaria, no podremos tener éxito en nuestra lucha contra el mal. Si no hay salud, estamos enfermos; y si estamos enfermos, estamos débiles; y si estamos débiles, no tendremos fuerzas para luchar; y si no luchamos, caeremos.
También la comprensión de este mensaje se asocia con la vida futura, es decir, la vida eterna. Esto implica que si no lo entendemos correctamente, estamos en peligro de perdernos. Eso le da una seriedad muy grande a este asunto.
Resulta también alarmante que en tiempos de Elena G. de White hubiera tan pocas personas que entendieran correctamente este mensaje. ¿Cómo estaremos hoy? Ojalá que a través de estas reflexiones lo entendamos mejor, y consecuentemente tengamos una mejor salud espiritual.
Que Dios te bendiga

HOY... NO ESTARE ANSIOSO

¿QUE ES EL PECADO?

Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace (Santiago 4: 17).
APARTIR DE HOY, y durante varios días, se reflexionará en los principios sobre los que se basa el mensaje de la justificación por la fe. Tiene que ver con preguntas básicas como: ¿Por qué es necesaria la justificación? ¿Por qué las personas necesitamos justificación?
Para entender la doctrina de la justificación debemos ir a la raíz del asunto. Necesitamos ir a las bases en las que se funda la doctrina de la justificación por la fe. Varios son los fundamentos que sostienen esta doctrina cristiana.
El primer fundamento que sirve de base y que le da sentido a esta doctrina, es el principio que dice que los seres humanos estamos en corrupción y bancarrota moral. Es decir, que estamos hundidos en el mal. En este punto debemos hacemos la pregunta, ¿qué es el mal? Si le preguntáramos a la Filosofía nos daría muchas respuestas.
El dualismo filosófico derivado de la filosofía platónica nos diría que el mal es un principio eterno que está en contraste con el bien. El zoroastrismo persa tenía dos dioses, Ormuz y Ariman, que representaban el bien y el mal, y que siempre luchaban entre sí, sin poder eliminarse. El famoso filósofo judío Spinoza decía que el mal es una ilusión, es decir, no existe. Otro filósofo, el alemán Ritschel, creía que el mal es ignorancia. Charles Darwin, en armonía con sus descubrimientos biológicos, pensaba que el mal es un conflicto interno entre la naturaleza moral del ser humano y su herencia animal. Para el cristiano, ninguna de estas respuestas es satisfactoria. No dan ninguna esperanza, ni solucionan nada.
Por supuesto, la Biblia difiere radicalmente de estos conceptos. Nos dice que el mal, al que llama pecado, es un principio que se opone a Dios. Lo define así: «Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley» (1 Juan 3: 4). La ley es un trasunto del carácter de Dios que revela el bien. Así que el pecado, cuando se opone a Dios y actúa en contra del bien, está en oposición a Dios. Es un principio en pugna con lo que es Dios. Es rebelión contra él. La naturaleza humana está en conflicto con Dios.
Que Dios te bendiga

Isaías 43:1

Isaías 43:1