LA GRACIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEA CON TODOS VOSOTROS.

AMEN.


BENDICIONES!!!

viernes, 29 de abril de 2011

IRREGULARIDADES EN EL JUICIO DE JESUS


















IRREGULARIDADES EN EL JUICIO DE JESUS

Si trasladásemos el juicio que se le dio a nuestro señor Jesús a la actualidad, veríamos con detalle, en un juzgado civil, que estuvo plagado de irregularidades de acuerdo a las leyes judías vigentes en aquella época. Cualquier juez en la actualidad daría el veredicto de “inocente” y no procedente a todas las acusaciones de que fue objeto Jesús de Nazaret.
Analicemos estas irregularidades a la luz de la ley judía.

1ª. Para empezar, y según la Misná (Orden Cuarto, Sanedrín), los procesos llamados de pena capital debían abrirse alegando la inocencia del reo y no su culpabilidad.

2ª. Los procesos de sangre -o donde se presume que puede estar en juego la vida del acusado- debían celebrarse de día y la sentencia, si era condenatoria, jamás podía pronunciarse
durante la misma jornada. «Por eso -dice la ley judía- no puede realizarse un proceso de sangre en la vigilia del sábado de un día festivo» (Así lo dice la ley (Misch., tratado «Sanedrín», capítulo IV, nº. 1). El «pequeño Sanedrín», al reunirse, por tanto, el viernes, 7 de abril, víspera del sábado y de la Pascua, cometió un doble delito.

3ª. En estos procesos capitales, el juicio debía ser abierto siempre por uno de los jueces que se sentaba al lado del más anciano, «a fin de que los jueces de menor autoridad no fuesen influenciados por los ancianos» (en el juicio contra el Maestro fueron los falsos testigos los que iniciaron la causa).

4ª. Y hablando de los falsos testigos, sólo la actuación de este grupo habría invalidado ya cualquier otra vista similar. La ley judía era y es sumamente rigurosa en este sentido.
Antes de iniciarse el proceso, los testigos debían ser amonestados severamente: Se les introducía en el interior de un recinto -dice la Misná- y se les infundía temor, diciéndoles: que no hablaran por mera suposición, por oídas, por la deposición de otro testigo, por la declaración de un hombre digno de fe que hubieren oído o que no fueran a creer que en último término no sería examinada y analizada su deposición. «Habéis de saber -se les decía a los testigos- que en los procesos de sangre, la sangre del reo y la sangre de toda su descendencia penderá sobre el falso testimonio hasta el fin del mundo...»
Nada de esto sucedió en la sede del Sanedrín. Es más: los sobornados testigos cayeron en continuas y abrumadoras contradicciones. La misma ley aclaraba que los falsos testigos debían ser flagelados o, incluso, condenados a muerte.
Es obvio, por tanto, que aquellos individuos se prestaron a semejante riesgo porque, previamente, se les había garantizado su inmunidad y, naturalmente, alguna sustanciosa cantidad de dinero.

5ª. «Si el reo era encontrado culpable -sigue diciendo la ley mosaica- la sentencia debía ser aplazada para el día siguiente.» Como ya he mencionado, nada de esto se respetó. A lo sumo, el tribunal levantó la sesión durante media hora, regresando a la sala de inmediato.
«En el entretanto -prosigue la ley-, los jueces se reúnen de dos en dos, comen muy frugalmente, no beben vino durante todo el día, pasan discutiendo y deliberando toda la noche y, por la mañana, se levantan temprano y van al tribunal.»

6ª. Si después de todo esto siguen considerando al prisionero culpable de la pena capital, la sentencia definitiva debía emitirse mediante votación. «Si doce lo declaraban inocente
y doce lo declaraban culpable, era declarado inocente. Si doce lo declaraban culpable y once inocente o, incluso, once lo declaraban inocente y otros once culpable y uno decía "no sé", o incluso si veintidós lo declaran inocente o culpable y uno dice “no se”, se han de añadir más jueces.»
¿Hasta cuántos habían de añadirse?
«Siempre de dos en dos hasta alcanzar los 71»
En el proceso presidido por Anás y Caifás no se produjo ninguna votación.

7ª. La ley hebrea prohibía que una misma persona fuera juez y acusador. En nuestro caso, Caifás acaparó ambos puestos.

8ª. Tampoco fue anunciada la sentencia, tal y como prescribía la ley: «... Se escribe (la sentencia) y se envían mensajeros a todos los lugares, diciendo fulanito de tal, hijo de fulanito de tal, ha sido condenado a muerte por el tribunal.»
Esta fue una de las razones por la que algunos de los fariseos que formaban parte del Consejo decidieron retirarse. Y en el colmo de la irregularidad jurídica, ni siquiera el propio procesado conoció el texto definitivo de dicha sentencia a muerte. (Jesús de Nazaret murió sin saber «oficialmente» su culpa...)

9ª. Incluso la respuesta dada por el Maestro a Caifás, cuando éste le conjuró a que declarase si era el Mesías, no fue motivo de blasfemia, tal y como señalaba la ley. Según la Misná, «el blasfemo no es culpable en tanto no mencione explícitamente el Nombre». En la contestación de Jesús, como se recordará, no se citaba el «Nombre»; es decir, Yavé, Dios o el Divino. Jesús dijo: «Tu lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo (Mateo 26:64).» ¿Dónde aparece en estas frases el «Nombre» explícito Hijo de Dios?

10ª. Y en el caso de que así hubiera sido, la ley especificaba que, «una vez concluido el juicio, no lo sentenciarán a muerte usando la circunlocución, sino que echarán a todo el público
Fuera de la sala del juicio y preguntarán al testigo de más dignidad: "Di, ¿qué oíste de modo explícito?" Aquél lo dice. Entonces los jueces se ponían en pie, rasgando sus vestiduras que no podían volver a unir. El segundo testigo decía: "También yo oí lo que él" y el tercero afirmaba: "También yo
(oí) como él"».
¿Es que en el juicio contra el Nazareno sucedió algo de esto? Ni siquiera Caifás llegó a rasgarse verdaderamente las vestiduras...

11ª. Si el Tribunal consideró que Jesús era un falso profeta
-como así ocurrió-, la ley tampoco autorizaba su juicio, a no ser por el «gran Sanedrín», formado siempre por 71 miembros. Y aquél, como ya dije, sólo constaba, oficialmente, de 23.

12.ª Por último, aunque, como digo, el rosario de fallos e irregularidades en esta causa podría ser muy extenso, los jueces no respetaron tampoco las normas legales, que señalaban los lunes y jueves, como fechas oficiales para las distintas comisiones y asambleas de los tribunales de justicia (así lo marca la Misná en su Orden Tercero, capítulo 1).

Dios los bendiga

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Isaías 43:1

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