LA GRACIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEA CON TODOS VOSOTROS.

AMEN.


BENDICIONES!!!

martes, 7 de junio de 2011

EL PREDICADOR CRISTIANO ES UN HERALDO 3

EL PREDICADOR CRISTIANO ES UN HERALDO
Aquí tenemos en el N.T. otra figura que nos ilustra otra faz del predicador y el alcance de su ministerio.
Leamos 1Co. 1:21b,23 y notemos:
“…agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación…pero nosotros predicamos(keryssomen: proclamamos como heraldos) a Cristo crucificado.”
San Pablo afirma que mediante esta predicación hecha como heraldos (kerigma), que Dios se complace “en salvar a los creyentes.”
En su carta a Timoteo repite dos veces que ha sido “constituido predicador” (keryk, heraldo) del evangelio (1Ti.2:7; 2Ti. 1:11).
Esta predicación del NuevoTestamento - dice un escritor - no es un discurso formal y teórico, “dirigido a un reducido grupo de creyentes convencidos dentro del recinto de la iglesia “sino algo más profundo, “una proclamación hecha por un Heraldo, por el pregonero de la ciudad, a plena luz del día, al toque de trompeta, de máxima actualidad, dirigida a todos porque viene del Rey mismo. Varios verbos griegos describen esta actividad pública, sobre todo (an ap dikat) aggellein, “anunciar o declarar” según lo vemos en Lc.9:60; y Jn.1:1-5.”
Así, la idea fundamental de estas palabras es anunciar noticias a personas que no las habían oído antes. Mientras la figura del administrador nos enseña que su tarea es alimentar a la familia de Dios, EL HERALDO tiene un mensaje, las buenas nuevas, que debe proclamar a todo el mundo.
Como dice un escritor: “somos mayordomos de lo que Dios ha dicho, pero HERALDOS de lo que Dios ha hecho.” El sentimiento más profundo en el corazón de un predicador deben ser los millones de almas que periódicamente pasan a la eternidad sin ser salvos.El heraldo cristiano es eminentemente un evangelista – su pasión es la salvación de las almas.
Otra característica notable es que el heraldo no se conforma con predicar las buenas nuevas - su proclamación lleva implícita un llamamiento, exige una respuesta de sus oyentes.
Por eso, si vas a predicar, debes tener claro el propósito. Debes diferenciar lo que es una predicación a creyentes, de lo que es una proclama a quienes no conocen a Cristo.
La mayoria de las veces se compartirá un auditorio con creyentes y también con incrédulos, y sabes que debes ministrarles a ambos el mensaje. ¿Cómo hacer para lograrlo? ¿Por dónde empezar? Si has orado y preparado tu sermón con diligencia, no debes tener miedo.
Solamente tienes que saber que tu dependencia del Espíritu Santo será muy, pero muy estrecha. Te conviene en cada oportunidad reconocer tu dependencia de El. Si tu dependencia del Espíritu Santo es real El se hará cargo de la situación.
Notemos que nos dice el diccionario qué es un heraldo: “Persona que, en las cortes de la edad media, se ocupaba de transmitir mensajes, ordenar las grandes ceremonias y llevar los registros de la nobleza (sinónimo: rey de armas)” También dice que era “el oficial que anunciaba públicamente un suceso de importancia.” Sin embargo, este concepto no está del todo completo.
“En el mundo de Homero” escribe el Dr. Mouce, “el heraldo era un hombre de dignidad y ostentaba una posición notable en la corte real, mientras que en la era post-Homérica… el heraldo servía al estado más que al rey. Su principal tarea, como pregonero, era hacer públicos los edictos oficiales. Era necesario que tuviese una voz potente, en algunas oportunidades usaba una trompeta.
Además, era esencial que el heraldo fuese un hombre de notable dominio propio. Debía recitar la proclamación tal como la había recibido. Como de la boca de su Señor – no se atrevía a añadir su propia interpretación.”
Algunos de estos heraldos los tenemos descriptos en la Biblia, por ejemplo los que precedieron la carroza de José por orden de Faraón y que gritaban delante de él:
“¡Doblad la rodilla!” (Gn.41:43). En el caso de Mardoqueo cuando “lo condujeron a caballo por la plaza de la ciudad” (Ester 6:9-11) y otros ejemplos para leer en Dn.3:1-5; 2 Cr.30:1-10.
Juan el Bautista cumplió este ministerio de heraldo de una manera clara.
El evangelio de Marcos lo llama el “mensajero” de Dios, enviado a preparar el camino delante de El. (Mal.3:1 y Mr.1:2) Fue el precursor del Mesías, que llamaba a la gente al arrepentimiento, para preparar el camino del Señor.
Si has pensado predicar deberías tener claro, como Juan el Bautista, el propósito de su predicación que también deberá ser el tuyo: llamar a los hombres al arrepentimiento.
Jesús caminaba las calles de Palestina proclamando que con su venida el mensaje del Bautista se estaba cumpliendo.
“y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando (kerysson, proclamando) el evangelio del Reino.” Mt.4:23.
Y esta misma tarea nos encargó a sus seguidores; las palabras que usa son siempre las que ilustran la acción del heraldo, su proclama, el anuncio de su mensaje.
“y yendo, predicad, (keryssete) diciendo: El Reino de los cielos se ha acercado.” Mt.10:7.
Después de su resurrección dió a la iglesia la comisión universal: “que se predicara (kerychtenai) en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones…” Lc. 24:47
Que Dios los bendiga.

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Isaías 43:1

Isaías 43:1